De la genética y la resistencia a la insulina a la diabetes
diciembre 30, 2019Diagnóstico de Diabetes Mellitus tipo 2
enero 13, 2020Por Dr. Eduardo Salomón Arano, Medicina Crítica
Carga genética, obesidad y sedentarismo condicionan resistencia a la Insulina, incapacidad para que la insulina introduzca la glucosa a las células. Con los años se pasa por diferentes etapas de las que destaca la PREDIABETES. Durante ésta y gracias a la mayor producción compensatoria de insulina por el páncreas, se mantiene normal la glucosa sanguínea de ayuno; sin embargo, ya se eleva en demasía y por tiempo prolongado después de las comidas. En esta etapa es posible diagnosticar el problema mediante una «prueba de tolerancia oral a la glucosa» en la que la persona toma una solución conteniendo 75 gramos de glucosa; la concentración de glucosa en sangre 2 horas después no debe ser mayor a 140mg/dl. Con 141 a 199 se diagnostica Prediabetes y se debe actuar de inmediato. La Hemoglobina Glucosilada (HbA1c) también pudiera ser útil.
El problema es que el paciente solo checa sus cifras de ayuno, lo que lo deja con la falsa idea de que todo está bien. Cuando aparece la Diabetes con cifras elevadas de glucosa de ayuno en sangre, con o sin síntomas, se han perdido años de oportunidad y pudieran detectarse ya complicaciones como retinopatía, nefropatía, neuropatía y otras. Esto resalta la importancia de diagnosticar y tratar la PREDIABETES oportunamente. En nuestro laboratorio clínico se realizan esas y otras pruebas en forma sencilla y rápida.
En esta gráfica se observa que desde muchos años antes del diagnóstico (entre los años 0 al 10) existe resistencia a la insulina (curva amarilla parte baja) que se mantiene todo el tiempo y que en los primeros años se acompaña de secreción aumentada de insulina de hasta un 200% (curva azul); gracias a la excesiva cantidad de insulina se mantiene normal la glucosa de ayuno (curva amarilla superior). No sucede lo mismo con la glucosa posprandial o después de las comidas, que pronto se eleva (curva naranja). Con los años, el páncreas se cansa, la producción de insulina cae y al fin se diagnostica diabetes por cifras altas de glucosa de ayuno. Pero, ¿con cuántos años de retraso?
A grandes rasgos, el deseo frecuente de orinar (polaquiuria y poliuria) se deben a que los riñones intentan expulsar el exceso de glucosa de la sangre produciendo más y más orina. Como consecuencia y por deshidratación, se incrementa la sed con la intención de compensar. Hay quienes la refieren como «boca seca».
Si la glucosa no entra a las células, éstas se sienten hambrientas, se pierde peso y todo se manifiesta como apetito excesivo y cansancio. Si la glucosa se acumula en los vasos sanguíneos de los ojos cambia la función del cristalino o lente y condiciona visión borrosa. Aunque estos son los principales síntomas, puede haber muchos más. Sin embargo, es común que la enfermedad se presente en forma tan silenciosa y asintomática, que cuando se diagnostica han transcurrido varios años y existe ya daño avanzado de algunos órganos. Esto resalta la importancia de los estudios realizados a tiempo.