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Azúcar, dulce y peligrosa.

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La globalización es responsable de la epidemia actual de obesidad y diabetes, que tiene estrecha relación con la «americanización» de la alimentación en todos los continentes, con sus nefastas consecuencias para la salud.
Después de la segunda guerra mundial, algunos estudios concluyeron que a mayor consumo de grasas y proteína animal, aumenta el riesgo de enfermedad coronaria y que las grasas saturadas elevan el colesterol de la sangre y producen la enfermedad del corazón.
A partir de entonces y considerando al colesterol como el villano a vencer, el mercado de alimentos procesados se inundó con productos bajos en colesterol. Se nos hizo creer que para «estar en forma», esbeltos y saludables, debíamos evitar su consumo. Pero para conservar el sabor, la textura y la consistencia de estos alimentos, fue necesario encontrar un sustituto y el elegido fue, ni más ni menos, que el azúcar, con lo que se magnificó el problema hasta convertirse en la actual «epidemia de obesidad»:
El doctor Mark Hyman ha asegurado que el mayor cambio en la alimentación de la humanidad, sobretodo en los últimos 30 a 50 años, es el azúcar.

Así, varios investigadores de la época se dieron a la tarea de rebatir los conceptos acerca de la lucha contra el colesterol, pero fueron fácilmente «aplastados» por los primeros investigadores, con la ayuda de la Oficina Británica del Azúcar, la Organización Mundial de Investigación sobre el Azúcar y con el patrocinio de Coca-Cola.
Descubrimientos recientes han confirmado el concepto del azúcar como el verdadero responsable, pero la resistencia e influencia de la industria alimentaria siguen siendo formidables.
Las campañas públicas lanzadas por la O.M.S. para reducir el consumo del dulce se han enfrentado a una terrible oposición.
Es evidente que no podemos depender de nadie para cuidarnos, estamos solos en la cruzada de la salud.
Además de la modificación de los patrones alimentarios, con un incremento dramático en el consumo de azúcar, cambiaron las conductas y la ética corporativa, aparecieron la televisión y otros medios de comunicación, la mercadotecnia desplazó muchos valores y los gobiernos prefirieron privilegiar sus intereses económicos a velar por la salud de sus conciudadanos.
Los resultados están a la vista. Obesidad rampante, crecimiento explosivo en número y gravedad de enfermedades como diabetes mellitus, hipertensión arterial, arteriosclerosis, infartos, artritis, demencia, cáncer, etc. Costos sociales, monetarios y productivos que sobrepasan a los sistemas de salud de muchas naciones. Aún cuando la expectativa de vida se ha prolongado, su calidad se deterioró en forma sustancial, por lo que vivimos más, pero con mayor sufrimiento.
A nivel mundial, de 1980 a 2014, el número de diabéticos se incrementó de 108 a 422 millones. En 2012 ocasionó 3.7 millones de muertes. En 2016, el INEGI reportó a las enfermedades cardiovasculares, diabetes, tumores malignos y padecimientos cerebro-vasculares como las principales causas de muerte en México y todas en relación directa con altas concentraciones de glucosa en sangre.
La diabetes es la que ha crecido más y más rápido.
Las conclusiones del documento «KILOS DE MÁS, PESOS DE MENOS: Los costos de la obesidad en México», publicado por el instituto mexicano para la competitividad en 2014, refuerzan el papel del sobrepeso y la obesidad como los principales factores de riesgo y todo por el exagerado consumo de azúcar.

Medicina funcional, salud y vida, Trilce Ediciones 2018.

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